“Mi conclusión a estas alturas, de 77 años de acumulada
juventud, es que (…) si viven toda la vida haciendo lo que les conviene, es una
vida bastante miserable. Ustedes no tienen que hacer lo que les conviene,
ustedes tienen que hacer lo que tienen que hacer. Eso es lo único que les dará
la satisfacción cuando lleguen a viejos… haber sido consecuentes consigo
mismos. (…) La gente que sabe exactamente para dónde va, es la que nunca
descubre nada, porque se da lo que llamo la obsesión del punto fijo: estoy aquí
y tengo que llegar allá, y en consecuencia, todo lo que hay entremedio se
percibe como obstáculos que deben ser superados (…) Y es en esos presuntos
obstáculos que está toda la aventura de la vida. Entonces me la paso con
anteojeras en una vida pobre. (…) No debemos hacer lo que nos conviene sino
hacer aquello que debemos hacer. (…) Debemos derivar en estado de alerta,
montarlo sobre el caballo de la coherencia, y tenemos un mundo nuevo en el cual
todos seremos, por lo menos, regularmente más felices.”
(Manfred Max-Neef)