“Esa tendencia a traicionar, a mentir y a ser perfectamente franca.
A esconderte o a mostrarte mucho.
Ese cuidado de cuidarte tanto para acabar narrando tu historia,
tu verdad con pelos y señales a un desconocido.
Esas ganas de huir, de salir corriendo cuando alguien muestra
que empieza a conocerte, aunque no te reveles.
Ese vértigo de quedarte.
Esa indomable sed de alguien y de no estar con nadie.
De envolver las caricias en palabras.
Esas ganas de cambiar sin renunciar a nada.
Esa hambre de imposibles. ¿Cómo pensar en esta confusión contradictoria?
Es verdad y mentira, está bien y está mal y no hay salida.”
(Héctor Abad Faciolince)